Entender la conexión entre la salud del corazón y la actividad cerebral
Si usted padece fibrilación auricular, es posible que esté tomando medicamentos para prevenir los coágulos de sangre y controlar los molestos síntomas que provoca. Este tratamiento puede mejorar su calidad de vida, pero lo cierto es que como con cualquier medicación, aunque el riesgo-beneficio sea positivo para el paciente, también existen un serie de eventos adversos relacionado con la toma de medicamento. En el caso de la FA, nuevas investigaciones han demostrado que los tratamientos habituales podrían tener cierta relación con el daño cerebral, concretamente, de las capacidades de memoria y lenguaje.
El corazón y el cerebro están conectados por una red de nervios y vasos sanguíneos y también pueden influirse mutuamente a través de otras vías. Algunos estudios han mostrado que existe una relación entre la FA y la enfermedad de Alzheimer, lo que significa que podrían producirse otros procesos.
La pérdida de la función cerebral puede afectar a la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento. También se conoce como demencia y es una realidad turbadora, aunque realmente no se trata de algo inamovible. Usted puede ayudar o perjudicar a su organismo mediante su estilo de vida y las opciones terapéuticas a su alcance, aunque primero tendrá que comprender algunos de los retos a los que se puede enfrentar si convive con la FA.
El riesgo de ictus, un factor a tener en cuenta
La formación de coágulos de sangre que provocan los ictus es una preocupación importante para cualquier persona con FA, ya que también representan una conexión directa entre el corazón y la actividad cerebral. Si no se trata la irregularidad del latido del corazón, podría provocar una acumulación de sangre en el corazón y la formación de coágulos. Si un coágulo de sangre llega al cerebro y bloquea un vaso sanguíneo, podría experimentar los clásicos síntomas físicos del ictus, como visión borrosa, dificultad para hablar y debilidad en un lado del cuerpo.
Los ictus se pueden manifestar de diferentes maneras. Algunos aparecen con síntomas súbitos y pronunciados, mientras que otros son silentes. Puede que estos pequeños y desapercibidos ictus no se detecten y afectan a la capacidad cognitiva de una forma más sutil. Con el paso del tiempo, este deterioro se puede ir acumulando y los cambios cognitivos se vuelven cada vez más evidentes.
El riesgo aumenta con la edad
Por regla general, el envejecimiento constituye un reto para muchas personas: cuánto más envejecemos, más difíciles se vuelven determinadas acciones, reacciones y procesos naturales. El riesgo de FA y de demencia aumenta conforme se va envejeciendo, sobre todo al llegar a los 80 años.
Según un estudio publicado en la revista Neurology la FA puede conllevar la enfermedad de Alzheimer a una edad más temprana que en las personas que no padecen FA. Este estudio no asociaba el declive cognitivo con el ictus, sino que mostraba que los pacientes con FA que nunca habían padecido un ictus notificado también experimentaban un declive cognitivo a una edad más temprana que la media.
Efecto del tratamiento de la FA en el riesgo de demencia
Parece ser que existe algún tipo de vínculo entre la FA y la demencia (aunque los estudios siguen investigando el grado de importancia que tiene esta relación). También parece ser que existe una conexión entre determinados medicamentos para la FA y el riesgo de sufrir un declive mental. Aunque su médico decidirá cuál es el mejor tratamiento para usted.
Los anticoagulantes podrían proteger el cerebro
La buena noticia sobre la conexión entre el corazón y el cerebro es que determinados medicamentos anticoagulantes pueden ayudar realmente a frenar la aparición de la demencia. Los resultados de un estudio publicado en la revista European Heart Journal muestran que los pacientes con FA que estaban en tratamiento con anticoagulantes al principio del estudio registraron un 29 % menos de probabilidad de padecer demencia que el resto de participantes.
¿De dónde procede este beneficio? Una teoría es que los anticoagulantes, como la warfarina, no solo protegen contra los ictus graves, sino también contra los ictus leves o transitorios, que con frecuencia pasan desapercibidos y podrían ir acumulándose hasta causar un declive cognitivo importante a largo plazo.
De todas maneras, debemos hilar muy fino en lo referente a anticoagulantes y salud mental: a pesar de que los anticoagulantes se han desarrollado para evitar la formación de coágulos de sangre, un exceso de ellos puede provocar hemorragias cerebrales microscópicas. La lección que debemos aprender de esto es que se requiere una buena supervisión. Consulte a su médico periódicamente sobre la cantidad de medicamentos que esté tomando y revise su plan de tratamiento con frecuencia para asegurarse de que la dosis sigue siendo suficiente.
Los cambios en el estilo de vida mejoran la longevidad mental
Perder peso y mejorar su estado físico cardiovascular general podrían tener un efecto tangible en las complicaciones cognitivas. Un estudio de 2016 descubrió que, de los 355 pacientes con FA que se sometieron a intervenciones para bajar peso, los que mantuvieron su pérdida de peso, no sintieron la carga de la FA de igual modo que los demás. De hecho, tuvieron una mayor probabilidad de mantener un ritmo sinusal normal.
Puesto que los efectos de la FA pueden aumentar los problemas cognitivos, se deduce que cuantos menos síntomas y episodios de FA tenga, mejor será para su salud mental. Aquí tiene un buen motivo para incorporar la práctica habitual de deporte en su plan de control de la FA.
Mirar hacia adelante y ser positivos
Hacen falta más estudios para descubrir con detalle la relación que existe entre la FA y la demencia, pero los hallazgos recientes son prometedores. Existe un mayor interés en averiguar cómo utilizar esta relación en beneficio de nuestra salud y, hasta la fecha, cada vez más datos nos indican que los anticoagulantes deberían considerarse como una primera barrera de defensa.
Además de reducir la coagulación de la sangre, debemos centrarnos en otras formas de tratar los peligros para el corazón, como la hipertensión. Puesto que una intervención temprana suele ser la clave para evitar el peor escenario, es fundamental que usted se comunique adecuadamente con su médico. Conforme se vaya avanzando en estudios e investigación, su equipo médico podrá sugerirle un plan terapéutico personalizado que proteja tanto su cerebro como su corazón.