¿Sabe cómo gestionar la fatiga con FA?
Somnolencia, cansancio, bajo nivel de energía, malestar general… la fibrilación auricular es un trastorno cuyos síntomas pueden llegar a desgastar mucho. Aunque algunas personas no percibirán demasiada diferencia en su nivel de energía, la mayoría de los pacientes con FA se quejan de una fatiga frecuente que puede alterar su rutina diaria.
¿Qué es lo que provoca esta falta de energía? La frecuencia y la intensidad de los episodios de FA, su actividad y hábitos diarios, y el tratamiento médico pueden ser todos ellos factores responsables de la fatiga que siente. El primer paso a tener en cuenta es comprender cuál es el origen de su fatiga y, una vez lo sepa, podrá adoptar pequeñas estrategias para restaurar la energía perdida.
¿De dónde procede la fatiga?
Cuando el corazón late más rápido de lo normal durante un largo período de tiempo, el músculo acaba agotándose. Esta es la respuesta breve. Sin embargo, entender qué es lo que está sucediendo exactamente con la FA puede ayudarle a identificar el problema (y a tratarlo).
Una frecuencia cardíaca demasiado rápida es un problema de primer orden: una aurícula sana se contrae entre 60 y 80 veces por minuto, pero cuando la aurícula fibrila, las contracciones no son completas. En este caso, las cavidades superiores pueden palpitar hasta 400 veces por minuto.
Aunque el nódulo auriculoventricular intenta calmar esta hiperactividad, no puede detener todos los impulsos eléctricos adicionales. Estas señales eléctricas erráticas se canalizan hacia los ventrículos, lo que provoca que el corazón lata mucho más rápido de lo normal, provocando una sensación agotadora.
Un latido cardíaco rápido es solo una de las partes de la ecuación. Un flujo sanguíneo insuficiente también puede ser otro origen de la fatiga. Cuando las cavidades auriculares aletean en vez de contraerse, no pueden bombear tan bien como debieran, lo que significa que la sangre rica en oxígeno no siempre llega a los tejidos. Cuando los tejidos y los órganos se quedan sin energía, usted se siente débil y cansado.
¿Hay alguna otra enfermedad en juego?
No es poco frecuente que la FA se produzca (o proceda) de otras enfermedades crónicas, en especial si se han diagnosticado erróneamente o no se han tratado. Las enfermedades cardiovasculares son un factor de riesgo importante para la FA y pueden ir acompañadas de efectos adversos, como la dificultad para respirar y, en consecuencia, la disminución del nivel de energía. Los defectos cardíacos congénitos también pueden ser los responsables: en algunos casos, uno de los primeros signos de advertencia es la dificultad para respirar y la fatiga.
Aunque la edad avanzada, la hipertensión y las cardiopatías se encuentran en los primeros puestos de la lista de factores de riesgo asociados a la fatiga, existen otros problemas de salud que también pueden restar energía y potenciar los síntomas de la FA. Las apneas del sueño, el asma y la EPOC pueden alterar el modo en el que el oxígeno se desplaza hasta los tejidos, por lo que pueden provocar incluso más fatiga de la que tendría si solo padeciera FA.
Cambie sus hábitos y cambiarán sus niveles de energía
Controlar los síntomas de la FA es clave para mejorar los procesos que se producen en el cuerpo y recargar los niveles de energía. Usted puede modificar su rutina respetando sus limitaciones, lo que le permitirá conservar más energía a lo largo de todo el día. Y si consigue mantener sus síntomas al mínimo, podrá prevenir los riesgos asociados a una frecuencia cardíaca alta y prolongada.
Moverse a intervalos. Si divide su actividad en intervalos más cortos, sus reservas de energía pueden durar más tiempo. Intente espaciar sus tareas a lo largo del día. Cuando haga deporte, alterne unos pocos minutos de esfuerzo con otros tantos de reposo para equilibrar mejor los beneficios cardíacos con el control de los síntomas de la FA.
Es posible que haya notado que su nivel de energía aumenta a determinadas horas del día. Preste atención a estos patrones, ya que pueden ayudarle a planificar sus actividades de forma estratégica.
Cuide sus niveles de minerales. Muchas personas —y más aún los pacientes con FA— suelen tener unos niveles de magnesio bajos, lo que se puede manifestar de distintas maneras, como tirones musculares, calambres y fatiga. Puesto que el magnesio es fundamental para la salud de las células, le conviene aumentar sus niveles de este mineral.
Vigile los signos de advertencia de una posible deficiencia de magnesio: cuando los síntomas de la FA se acompañan de molestias como espasmos musculares, insomnio e irritabilidad, es posible que necesite más magnesio. Aunque una dieta equilibrada puede aumentar los niveles de este electrólito, es probable que no sea suficiente. Una manera sencilla y más eficaz de obtener el magnesio que necesitan los tejidos y aliviar en parte la fatiga extrema es tomar complementos de magnesio en comprimidos o en aerosol por vía tópica.
Observe la calidad de su sueño
Seguir un estilo de vida saludable es vital, pero en el tratamiento específico de la FA la calidad de vida también desempeña un papel fundamental. El sueño es sumamente importante para que el cuerpo se reponga y reconstituya. Las necesidades de sueño varían con la edad o la evolución de la AF que padece, por lo que es recomendable prestar mucha atención a sus rutinas para asegurarse de que ha hecho todo lo posible para controlar los síntomas.
El estrés matutino puede influir negativamente en el resto del día, pero dormir bien por las noches puede ayudarle a levantarse con la mente despejada y un estado de humor proactivo. ¿Está durmiendo lo suficiente? ¿Es un sueño de calidad? En lugar de confiar en el café para comenzar el día con energía (la cafeína es un desencadenante importante de la FA), concéntrese en lograr un sueño reparador de ocho horas (lo que seguramente significará dejar de beber alcohol por las noches).
Modificar su plan de tratamiento
Los medicamentos pueden ayudarle a tratar la AF que padece, pero la dosis necesaria puede cambiar con el paso del tiempo. Algunos medicamentos, como los betabloqueantes, pueden provocar una fatiga importante. Recuerde que existen distintos medicamentos para tratar la FA y las cardiopatías, y que hay opciones quirúrgicas a tener en cuenta cuando estos no logran paliarla. Consulte a su médico acerca de la ablación con catéter o la técnica del laberinto, ya que podrían ser los siguientes pasos lógicos para controlar el ritmo cardíaco a largo plazo, y en consecuencia, reducir los síntomas o incluso eliminarlos para siempre.